Barcelona, 1977.
Siempre tuve mucho interés en el arte y en todo estímulo visual que expresara emoción y sentimientos.
Es cierto que nunca pude elegir una disciplina favorita (cine, música, pintura, escritura, publicidad, arte clásico, arte contemporáneo…) ya que todo me ha llamado especialmente la atención.
Viví mi adolescencia en la época de la “buena MTV” y estuve muy estimulado por la amplísima cultura gráfica que en esos años 90 nos ofrecían los videoclips y las promos. Me empecé a sentir atraído además por la originalidad que quienes dirigían esos vídeos musicales daban a sus historias.
La parte legal.
En paralelo, no te puedo decir exactamente por qué, los aspectos legales (demandas, juicios, contratos, delitos, y un gran etcétera) me llamaban mucho la atención, pero no veía relación alguna con mi gusto por el arte y lo visual.
Siguiendo una educación tradicional estudié graduado social (ahora se llama ciencias de trabajo), y posteriormente derecho y criminología. A la vez, iba desarrollando mi carrera profesional en empresa nacional y multinacional. Sin darme cuenta estaba comenzando a mezclar todo lo que me gustaba, y además estaba circulando por diferentes departamentos y responsabilidades.
Me movía tanto, que podía tener en mis manos un contrato de un desarrollo tecnológico millonario, un acuerdo con proveedores de publicidad y diseño, un plan de marketing o la gestión de un presupuesto de marketing y operaciones.
Cuando descubrí lo que es ser coach
Bien joven, mis primeros jefes me matricularon en un curso de habilidades directivas, y quedé realmente sorprendido con lo que aprendí durante esos dos años. Tanto, que empecé a formarme como coach, en aquella época en la que el perfil de coach personal y profesional no estaba tan de moda, y estaba reservado a perfiles más corporativos.
Las sesiones de coaching se alternaban con consultorías estratégicas, y se me abrían las puertas a un escenario muy enfocado a la dirección de marketing y operaciones.
La parte tecnológica
Para colmo, se cruza en mi camino la tecnología: perfiles de programación involucrándose directamente en los departamentos de marketing y estrategia. Me sentí tan conectado que trabajaba diariamente con los equipos de desarrollo para dar forma a aplicaciones complejas y pioneras (los primeros CRM, plataformas de marketing inbound, gestión de big data, etc).
Todo este trabajo sobre bases de datos, quién me iba a decir a mí, acabaría siendo el inicio de mi relación con las complejas plataformas de inteligencia artificial generativa.
Mi implicación con el arte
Pero todo esto parecía no ser suficiente. Faltaba algo. Nada tenía sentido si finalmente no había una perfecta adaptación estética. Todo se podía echar a perder por una simple elección equivocada de un color, un estilo o un tipo de mensaje.
Por suerte, durante varios años pude dirigir la estrategia de marketing y talento de una escuela boutique de arte digital y 3D. Ahí conocí muy a fondo lo que me faltaba por saber: nuevas industrias, la conversión de los artistas tradicionales a roles más digitales, la internacionalización del talento, la técnicas, el uso de los diferentes tipos de software y la realidad de los procesos creativos. Aprendí muchísimo.
Se cerró el círculo, y por fin lo veía claro: mi base jurídica, mi experiencia revisando y negociando contratos, mis pasión por la tecnología, y la obsesión por la cultura visual. No había otro camino: tenía que trabajar con perfiles artísticos, creativos y de diseño.
Mi primer paso fue el de intentar colaborar con un experimentado representante de artistas, y abogado especializado en publicidad, diseño y arte. Tras darme cuenta de que ese rol y manera de trabajar no iban conmigo, tenía que centrarme más en mi intuición y en lo que realmente me apetecía.
La llegada de neurona
Entonces creo neurona como proyecto privado, con la intención de investigar el desarrollo tecnológico aplicado al arte. Empiezo a trabajar con profesionales nacionales e internacionales de todo tipo de disciplinas. Yo sabía que pronto llegaría una revolución en el sector, pero jamás pensé que sería tan potente: NFTs, la web 3.0, la explosión de la inteligencia artificial, el metaverso, las realidades aumentadas y extendidas, las experiencias inmersivas, etcétera.
En el proyecto de neurona colaboro con especialistas en programación, ingeniería creativa, psicología, arte, música, audiovisuales, dirección de arte y dirección creativa, de varios países y proyectos. Todo un lujo. Puedes saber más aquí.
La inteligencia artificial entra en mi vida
En 2022, tengo la enorme suerte de comenzar mi investigación doctoral en la facultad de Bellas Artes referente para mí: la de la Universidad de Granada. Mi investigación se centra en el análisis del impacto de la inteligencia artificial visual en artistas y estudiantes de arte y aprovecho todo mi estudio, conocimiento y práctica para ponerlo en práctica en mi vida profesional, junto con el resto de mis herramientas.
Mi llegada al MIT de Boston
Gracias a todo lo anterior, he tenido el honor de ser esponsorizado para realizar una estancia de investigación en el Massachusetts Institute of Technology, la universidad tecnológica más importante del mundo.
Es en el primer semestre de 2024 cuando comienzo mi estancia de investigación internacional en el MIT Medialab (departamento LCAU) es para mí una experiencia muy enriquecedora. Mucho más que eso. He podido trabajar desde la fuente de la sabiduría, desde donde se crean la mayoría de las tecnologías, desarrollos y patentes que luego vemos en las noticias. He entendido (gracias a Sarah Williams y al resto de su equipo) lo importante del sesgo en el uso de herramientas generativas, y cómo se tiene que investigar en el uso de éstas en las ciudades (¿arte y urbanismo? Por supuesto). Pero también he tenido el honor de tener como mentora a Anne W. Spirn, distinguidísima profesora del MIT, especializada en fotografía de paisajes, y en el uso de la luz en los espacios. Asistir a sus clases ha sido una experiencia única en mi carrera.
Conclusión
Por último, tengo que decir que no puedo decantarme entre el arte físico – analógico o el digital. Para mí la clave consiste en la búsqueda de un equilibrio perfecto: el arte phygital o figital. ¿Por qué limitarnos? ¿Por qué encasillarnos? La creatividad y la expresión existen, da igual el formato de lanzamiento que se elija en cada momento. Es lo apasionante de este mundo, aunque a veces sea demasiado abrumador.
En resumen, tengo la suerte de poder dedicarme a lo que más me gusta: ayudar a perfiles y departamentos artísticos y creativos a evolucionar, gestionar, planificar y desarrollar su crecimiento. A nivel estratégico, visual, tecnológico y personal.
He creado este portal para compartir contenido, para expresarme, y para ayudar en lo que esté en mi mano. No puede estar todo, pero intento hacer una cuidada selección.